Primero fue la NBA, que suspendió los tres partidos de playoffs programados para la jornada del miércoles en la burbuja de Disney World después de que los Milwaukee Bucks boicotearan, en una decisión sin precedentes, el encuentro ante Orlando Magic y no comparecieran en protesta por el caso de brutalidad policial en el que un agente tiroteó por la espalda al afroamericano Jacob Blake en la ciudad de Kenosha (Wisconsin). Y después fueron la MLB (la liga de béisbol), la MLS (la de fútbol), la WNBA (la de baloncesto femenino) y el tenis, con la jornada suspendida en el Masters 1000 de Cincinnati, los que se sumaron al histórico boicot y paralizaron el deporte en Estados Unidos en protesta por la violencia racista y policial en el país.
La tenista Naomi Osaka, ganadora de dos Grand Slam y una de las jóvenes con más talento del circuito, anunció en sus redes sociales que no iba a jugar este jueves la semifinal del Masters 1000 de Cincinnati contra la belga Elise Mertens. ”Antes que una atleta soy una mujer negra. Y siento que hay asuntos mucho más importantes que necesitan atención inmediata en vez de verme jugar al tenis”, argumentó en el comunicado la japonesa, de 22 años. La tenista afirmó que estaba cansada del “continuo genocidio de gente negra a manos de la policía”. “¿Cuándo será suficiente?”, se preguntó en el mensaje, en el que incluyó el nombre de víctimas de violencia policial como Jacob Blake, Breonna Taylor, Elijah McClain y George Floyd, cuyo asesinato a manos de la policía en mayo desencadenó una ola de protestas en todo el mundo bajo el paraguas del movimiento Black Lives Matter. Tras la decisión de Osaka, la ATP y la WTA decretaron la suspensión de la jornada en Cincinnati. “Como deporte, el tenis está adoptando colectivamente una postura contra la desigualdad racial y la injusticia social que, una vez más, ha pasado a primer plano en los Estados Unidos. La USTA, el ATP Tour y la WTA han decidido reconocer este momento en el tiempo.